Una mañana, hace no mucho, llegó a las oficinas de Red Madre y se encontró el portal lleno de pintadas imitando la sangre: “Aborto libre y gratuito”, “Violencia es no poder decidir sobre tu cuerpo”, “Os beberéis la sangre de nuestros abortos”, y en ese plan. Para salir corriendo, vaya. Carmina, sin embargo, sigue en su sitio.
-¿Qué pensó la mañana de autos?
-Que el demonio existe. Si no, no me explico las pintadas. Como no me explicaría ciertas votaciones en el Congreso o que unos padres lleven a su hija a abortar.
-Al demonio ¿qué le va en todo esto?
-Mucho. Los ataques a la familia y a la vida son maniobras suyas para evitar que miremos a Dios y vayamos al cielo.
-Y ante esos ataques, el de arriba ¿qué?
-Dios curra como un loco, en absoluto se está quieto, cruzado de brazos, tan a gusto. Lo que pasa es que no quiere violentar nuestra libertad. Por eso pone a nuestra disposición las herramientas para que solucionemos esto.
-Pero ¿tiene solución?
-Por supuesto. Cuando oigo decir lo mal que está todo, respondo que estos son tiempos fenomenales, porque son los que Dios ha querido que vivamos. Hay que darle gracias porque cada día nos da la oportunidad de mejorar el mundo.
-¿Eso cómo se hace?
-Pasito a pasito, hasta llegar a la meta.
-O sea, que el aborto tiene fecha de caducidad.
-Sí. Lo que no sé es si lo veré. Quizás mis hijos. O los hijos de mis hijos.
-Mientras tanto…
-A seguir rescatando vidas de la muerte.
-¿Qué se siente cuando se salva una?
-Lo que el siervo bueno del Evangelio: la satisfacción del deber cumplido.
-La medalla del rescate ¿a quién se la ponemos?
-A la embarazada que decide seguir adelante y no ser un cadáver viviente, todo el día llorando por el hijo muerto. Y a Dios, claro. El rescatador sólo es un instrumento.
-Al final va a ser que hasta de un aborto Dios saca un bien mayor.
-Todo pasa porque Él quiere o lo permite, y siempre es para bien. Ese es mi lema.
-¿Desde cuándo?
-Mis padres nos educaron en una confianza ciega en la Providencia y en la intercesión de la Virgen. Todo lo que pasa está previsto y aceptado por Dios. Por eso vivo sin preocupaciones.
-Supongo que se encomendará a la Sierva de Dios Conchita García Alcaraz, su madre.
-Todos los días. Yo, por mi cuenta, la nombré patrona de las madres católicas, así que le pido por mis hijos. Y por mi marido, y por mi trabajo, y por España…
-¿La familia que reza unida permanece unida?
-Por supuesto que sí. En casa, todos los días, de forma natural, rezamos el rosario.
-Sus hijos ¿no se escaquean?
-Pero si lo piden llevar ellos.
-¿No corren peligro de exclusión social?
-Mire, somos una familia del siglo XXI. Mi marido y yo manejamos internet, lo mismo que mis hijos, que, además, entran y salen de casa, van a discotecas con amigos…
-¿Qué les diferencia de otros chicos?
-Que, gracias a Dios, han asumido la fe como una forma de vida insustituible.
-Su marido y usted ¿lo consideran mérito suyo?
-Los padres tenemos que enseñar a los hijos a vivir la fe. ¿Cómo? Con ejemplo, con paciencia, con alegría. Ahora bien, tenemos que ser conscientes de que los hijos no son cosa nuestra, sino de Dios.
-¿Qué quiere decir?
-Que la respuesta que den a esa enseñanza queda entre ellos y Él.
-¿No es eso dejación de responsabilidades?
-Para nada. Es más, de vez en cuando tenemos que preguntarles hace cuánto que no se confiesan.
-¿Y si le responden que qué le importa?
-Les digo que me importa, que claro que me importa.
-Una mujer llama a la puerta de Red Madre. ¿Le piden la cartilla de bautismo?
-No. Únicamente el nombre, para poder dirigirnos a ella.
-Así nadie podrá decirles fundamentalistas.
-Pues en cierto modo lo somos.
-¿Ah, sí?
-Sí, porque defendemos lo fundamental. En cualquier caso, nos llamen lo que nos llamen, responderemos siempre con humildad y una sonrisa. ¿Para qué discutir?
-La última pregunta. ¿Activismo y oración son compatibles?
-El activismo te hace mirar en horizontal. La oración, en cambio, hace que mires hacia arriba, sin perder el horizonte, con lo cual marcas la cruz, que es la que hace que la Gracia de Dios llegue a los hombres. Rezar es cargar las pilas, volver la vista a donde debes.
Gonzalo Altozano (Alba)