De la Vega, el odio religioso y la hipocresía de la Alianza de Civilizaciones

La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, sacó ayer a relucir, en la sede de la ONU en Ginebra, la mortecina “Alianza de Civilizaciones” para afirmar que España, junto a los países europeos, está dispuesta “a combatir cualquier incitación al odio religioso”... La estupenda actitud la de doña María Teresa en su defensa de la libertad de expresión siempre y cuando no se confunda con la “incitación al odio”, es casi idéntica a la mostrada hace tan solo unos días, en el mismo escenario, por el presidente Zapatero, cuando se refirió, con un entusiasmo sorprendente, a que nadie tiene derecho a quitar la vida de nadie... justo cuando se aprobaba en el Senado la Ley del Aborto.

Con la “Alianza de Civilizaciones” tan traída y llevada por nuestro Gobierno, pasa algo muy parecido al rechazo de la pena de muerte expuesto por Zapatero y recordado ayer por la señora De la Vega, durante la XIII sesión del Consejo de Derechos Humanos: que es pura hipocresía. Esa “alianza”, efectivamente, ha sido propuesta por un presidente que no cree en su propia civilización, es decir, la cristiana, que ha dado su identidad a nuestra Europa de ayer y de hoy.

Dicho de otra manera: un presidente agnóstico –o acaso, más bien, ateo- propone en nombre de sí mismo y de sus convicciones laicistas, nada menos que una alianza con un mundo, el islámico, que si tiene algo a gala es justo su convicción religiosa, que orienta y da sentido a la vida política, social, económica, cultural, familiar... Así ocurre que mientras el señor Zapatero y la señora De la Vega se llenan la boca con su rechazo a la pena de muerte y a la “incitación al odio religioso”, en referencia al mundo islámico, aquí, en nuestra España, se dedican a promover leyes que atentan contra la esencia misma de su identidad cristiana.

Aún en el supuesto de que España haya dejado de ser católica, resulta paradójico, por no decir perverso, que el iluminado Zapatero pretenda tender un puente de diálogo con quienes admiten la pena de muerte y rechazan radicalmente esa ideología de género que ha llevado a nuestro Gobierno a considerar un “derecho” la muerte del hijo no nacido o el matrimonio homosexual... prohibidos en el mundo islámico. No hablemos ya de ciertos derechos humanos, como la libertad religiosa, la libertad de expresión, la dignidad de la mujer... que los musulmanes ven de una manera muy diferente.

La “alianza” zapateril no deja de ser una propuesta para la indiferencia ante lo que ocurre en el mundo islámico, ya sea la excisión del clítoris, ya la imposición del “burka”, ya la condena a muerte de los homosexuales... ¿A cambio de qué, esa indiferencia? Esto es lo más dramático: a cambio de nada... Porque los musulmanes no van a mostrarse nunca indiferentes ante el laicismo beligerante de los Zapateros occidentales. Vale la pena recordarle a nuestro presidente del Gobierno lo que dijo poco después del 11-S el entonces influyente islamista sudanés Hasan El Turabi: “Ante la oleada de ateismo en Occidente, nosotros, los musulmanes, tenemos la obligación de reconquistarlo para Alá y no pararemos hasta alcanzar esa meta...”

El Turabi duerme ahora con sus pensamientos integristas en un Sudán que, acaso, es más fanático todavía, pero su pensamiento, que enlaza con el fundador de los Hermanos Musulmanes, Hasan Al Bana y de uno de sus más destacados ideólogos, Said Qobt, ambos ejecutados por el nacionalismo egipcio, es el mismo que inspira a Osama Ben Laden, a los milicianos de Hamas e, incluso, aunque esté reñido con ellos, el del “wabhabismo” saudita.

El mundo islámico no tiene necesidad de ninguna “alianza de civilizaciones”, aunque hoy la acepten farisíacamente, tal y como han hecho Turquía o Marruecos. El mundo islámico, lejos de acercarse a Occidente, espera paciente su conquista, empezando justo por España. ¿Cree Zapatero que con su “alianza” va a quedar al margen de esos planes de islamización de Occidente? La respuesta ya la tiene con los tres cooperantes secuestrados por los aliados de “Al Qaída” en el Magreb Árabe...

La auténtica alianza que está por abrirse camino, es la de los países musulmanes entre sí para combatir su integrismo interno, pero esto es casi tan imposible como la alianza con los occidentales, porque ese integrismo forma parte de la propia cultura. Todos los esfuerzos llevados a cabo por los sistemas políticos árabes y musulmanes para acabar con su disidencia interna, han sido estériles hasta ahora; solo existen treguas interesadas entre los movimientos integristas y los Estados que utilizan la coerción, también en nombre del Corán, para combatirlos cuando se ven seriamente amenazados.

Estos movimientos, llamados en su conjunto “salafistas”, aspiran a un retorno a los orígenes del Islam y condenan toda reforma política o social que vaya contra la interpretación rigurosa que dan al Corán y a los “hádices” del Profeta. En todo caso, Estados musulmanes y movimientos integristas, conviven en la medida que los poderes públicos no transgredan las leyes islámicas.

Así, pues, “alianza” ¿con quien? La única posibilidad de entendimiento religioso con el mundo islámico reside, de manera casi exclusiva, en el diálogo emprendido desde Roma a partir del Concilico Vaticano II e impulsado después del memorable discurso de Benedicto XVI en Ratisbona. Desde una perspectiva puramente teológica, la aproximación es muy difícil por no decir imposible, dada la divergencia extrema de algunos de los dogmas cristianos (sobre todo la Santísima Trinidad) e islámicos. Pero existen otros comunes, como la creencia en el Juicio Final o la existencia de los ángeles, así como las practicas de la oración, el ayuno y la limosna; ahí si es posible una “alianza” en la medida que el Islam, aun creyéndose superior al cristianismo, respeta a quienes aman y dan culto a Dios. Pero nunca respetarán a quienes, como Zapatero, ha renunciado expresamente a su identidad cristiana y son "infieles", en su acepción más literal, es decir, la que combaten los "yihadistas" con el Libro en la mano.

Así que, de una vez por todas, cuando hablemos de “alianza de civilizaciones” sepamos bien a qué nos referimos: a una careta que solo le ha valido a Zapatero para abrir paso a su pacifismo de pacotilla en la ONU... mientras la subvencione.

Manuel Cruz (Análisis Digital)