RESUMEN DE LA CATEQUESIS DE S.S. BENEDICTO XVI
PASCUA DE RESURRECCIÓN 2010
por el VIS (Servicio de Información del Vaticano)
JUEVES SANTO: MISA DEL CRISMA Y EN LA CENA DEL SEÑOR
CIUDAD DEL VATICANO, 1 ABR 2010 (VIS).-Hoy, Jueves Santo, el Papa presidió a las 9,30 en la basílica vaticana la Misa del Crisma, que se celebra en este día en todas las iglesias catedrales del mundo. Concelebraron con el Santo Padre los cardenales, obispos y sacerdotes que se encuentran en Roma. Tras la homilía tuvo lugar la renovación de las promesas sacerdotales y la bendición del óleo de los catecúmenos, de los enfermos y el crisma.
En la homilía, el Santo Padre señaló que en la Misa crismal "los óleos santos están en el centro de la acción litúrgica. Son consagrados por el Obispo en la catedral para todo el año. Así, expresan también la unidad de la Iglesia, garantizada por el Episcopado, y remiten a Cristo. (...) Al mismo tiempo, dan unidad a todo el año litúrgico, anclado en el misterio del Jueves santo. Por último, evocan el Huerto de los Olivos, en el que Jesús aceptó interiormente su pasión".
El óleo, para los sacerdotes, continuó, "habla de Cristo, que Dios ha ungido Rey y Sacerdote, de Aquel que nos hace partícipes de su sacerdocio, de su "unción", en nuestra ordenación sacerdotal".
El Santo Padre afirmó que "al simbolismo del aceite pertenece también el que fortalece para la lucha. Esto no contradice el tema de la paz, sino que es parte de él. La lucha de los cristianos consistía y consiste (...) en que rechazan lo que en los ordenamientos jurídicos vigentes no es derecho, sino injusticia".
"También hoy es importante que los cristianos cumplan el derecho, que es el fundamento de la paz. También hoy es importante para los cristianos no aceptar una injusticia, aunque sea retenida como derecho, por ejemplo, cuando se trata del asesinato de niños inocentes aún no nacidos. Así servimos precisamente a la paz y así nos encontramos siguiendo las huellas de Jesús".
Benedicto XVI recordó que "en la Iglesia antigua, el aceite consagrado fue considerado de modo particular como signo de la presencia del Espíritu Santo, que se nos comunica por medio de Cristo. Él es el aceite de júbilo. Este júbilo es distinto de la diversión o de la alegría exterior que la sociedad moderna anhela. La diversión, en su justa medida, es ciertamente buena y agradable. Es algo bueno poder reír. Pero la diversión no lo es todo".
"El gozo que Cristo nos da es distinto. Es un gozo que nos proporciona alegría, sí, pero que sin duda puede ir unido al sufrimiento. Nos da la capacidad de sufrir y, sin embargo, de permanecer interiormente gozosos en el sufrimiento. (...) Quien ama está siempre dispuesto a sufrir por el amado y a causa de su amor y, precisamente así, experimenta una alegría más profunda".
A las 17,30, Benedicto XVI presidió en la basílica de San Juan de Letrán la concelebración de la Misa en la Cena del Señor. A imitación del gesto del Señor con los Apóstoles, el Papa lavó los pies a doce sacerdotes. Durante la presentación de los dones, se entregó al Santo Padre una oferta para la reconstrucción del Seminario de Port-au-Prince, en Haití.
Comentando en la homilía la Oración sacerdotal de Cristo, el Papa dijo que "cuando Jesús habla de la vida eterna, entiende la vida auténtica, verdadera, que merece ser vivida. No se refiere simplemente a la vida que viene después de la muerte. Piensa en el modo auténtico de la vida, una vida que es plenamente vida y por esto no está sometida a la muerte, pero que de hecho puede comenzar ya en este mundo, más aún, debe comenzar aquí".
En las palabras de Jesús: "esta es la vida eterna: que te conozcan a ti y a tu enviado, el conocimiento de Dios -subrayó- se convierte en vida eterna. (...) Conocer, según la sagrada escritura, es llegar a ser interiormente una sola cosa con el otro. Conocer a Dios, conocer a Cristo, siempre significa también amarlo, llegar a ser de algún modo una sola cosa con él en virtud del conocer y del amar. Nuestra vida, pues, llega a ser una vida auténtica, verdadera y también eterna, si conocemos a Aquel que es la fuente de la existencia y de la vida".
El Santo Padre puso de relieve que "en la Oración sacerdotal, Jesús habla dos veces de la revelación del nombre de Dios: "He manifestado tu Nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo". (...) La revelación del nombre divino significa, por tanto, que Dios, que es infinito y subsiste en sí mismo, entra en el tejido de relaciones de los hombres; que él, por decirlo así, sale de sí mismo y llega a ser uno de nosotros, uno que está presente en medio de nosotros y para nosotros".
"El misterio eucarístico, la presencia del Señor bajo las especies del pan y del vino -continuó- es la mayor y más alta condensación de este nuevo ser-con-nosotros de Dios".
Refiriéndose posteriormente a "la petición más conocida de la Oración sacerdotal: la petición por la unidad de sus discípulos, los de entonces y los que vendrán", el Papa dijo que el Señor "ante todo, reza por los discípulos de aquel tiempo y de todos los tiempos venideros. (...) Jesús pide, pues, que el anuncio de los discípulos continúe a través de los tiempos; que dicho anuncio reúna a los hombres que, gracias a este anuncio, reconozcan a Dios y a su Enviado, el Hijo Jesucristo. Reza para que los hombres sean llevados a la fe y, mediante la fe, al amor".
Al final de la homilía, el Papa afirmó que "en este momento, el Señor nos pregunta: ¿vives gracias a la fe, en comunión conmigo y, por tanto, en comunión con Dios? O, ¿acaso no vives más bien para ti mismo, alejándote así de la fe? Y ¿no eres así tal vez culpable de la división que oscurece mi misión en el mundo, que impide a los hombres el acceso al amor de Dios? Haber visto y ver todo lo que amenaza y destruye la unidad, ha sido un elemento de la pasión histórica de Jesús, y sigue siendo parte de su pasión que se prolonga en la historia".
BXVI-SEMANA SANTA/JUEVES SANTO/... VIS 100407 (1040)
VIERNES SANTO: PASION DEL SEÑOR Y VIA CRUCIS EN EL COLISEO
CIUDAD DEL VATICANO, 2 ABR 2010 (VIS).-A las 17,00 de hoy, Viernes Santo, el Papa presidió en la basílica vaticana la celebración de la Pasión del Señor. Como es tradicional, tras la lectura de la Pasión según San Juan, el padre Raniero Cantalamessa, O.F.M. Cap., predicador de la Casa Pontificia, pronunció la homilía. A continuación, tuvo lugar la oración universal, la adoración de la Santa Cruz y la Sagrada Comunión.
A las 21,00, el Santo Padre se desplazó al Coliseo para presidir el Vía Crucis. Los textos de las meditaciones de este año han sido compuestos por el cardenal Camillo Ruini, vicario general emérito de Su Santidad para la diócesis de Roma.
Benedicto XVI siguió la ceremonia desde la colina del Palatino. El cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, llevó la Cruz en la primera y última estaciones. También la portaron dos fieles haitianos, dos iraquíes, una mujer de la República Democrática del Congo, otra de Vietnam, dos franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, dos voluntarios que trabajan con enfermos, una persona en silla de ruedas y una familia de la diócesis de Roma.
Al terminar la ceremonia, el Santo Padre pronunció unas palabras.
"Los textos, las meditaciones y las oraciones del Vía Crucis -dijo- nos han ayudado a contemplar este misterio de la pasión, para aprender la gran lección de amor que Dios nos ha dado en la cruz, para que nazca en nosotros un deseo renovado de convertir nuestro corazón, viviendo cada día el mismo amor, la única fuerza capaz de cambiar el mundo".
El Papa resaltó que el Viernes Santo "es el día de la esperanza más grande, la esperanza madurada en la cruz. (...) Desde el día en que Cristo fue alzado en ella, la cruz, que parece ser el signo del abandono, de la soledad, del fracaso, se ha convertido en un nuevo inicio: desde la profundidad de la muerte emerge la promesa de la vida eterna. En la cruz brilla ya el esplendor victorioso del alba del día de la Pascua".
Benedicto XVI afirmó que "en el silencio de esta noche, en el silencio que envuelve el Sábado Santo, embargados por el amor ilimitado de Dios, vivimos en la espera del alba del tercer día, el alba del triunfo del Amor de Dios, el alba de la luz que permite a los ojos del corazón ver de modo nuevo la vida, las dificultades, el sufrimiento".
"La esperanza -continuó- ilumina nuestros fracasos, nuestras desilusiones, nuestras amarguras, que parecen indicar la ruina de todo. El acto de amor de la cruz, confirmado por el Padre, y la luz deslumbrante de la resurrección, lo envuelve y lo transforma todo: de la traición puede nacer la amistad, de la negación el perdón, del odio el amor".
El Santo Padre concluyó pidiendo a Dios ayuda "para llevar con amor nuestra cruz, nuestras cruces cotidianas, con la certeza de que están iluminadas con la claridad de tu Pascua".
BXVI-SEMANA SANTA/VIERNES SANTO/... VIS 100407 (500)
SÁBADO SANTO: CRISTO HIERBA MEDICINAL CONTRA LA MUERTE
CIUDAD DEL VATICANO, 3 ABR 2010 (VIS).- Esta noche a las 21,00, Benedicto XVI presidió la solemne vigilia pascual, que comenzó con la bendición del fuego nuevo en el atrio de la basílica vaticana, la entrada en procesión en San Pedro con el cirio pascual y el canto del Exsultet. En el curso de la liturgia bautismal, el Santo Padre administró los sacramentos de la iniciación cristiana a seis catecúmenos procedentes de diversos países.
Tras la proclamación del evangelio, el Papa pronunció la homilía. Partiendo del apócrifo judío "la leyenda de Adán y Eva", que narra el viaje al paraíso de Set en búsqueda del aceite de la misericordia para curar a su padre Adán, el Santo Padre habló de "la aflicción del hombre ante el destino de enfermedad, dolor y muerte que se le ha impuesto" y de los intentos por encontrar en todas las épocas "una hierba medicinal contra la muerte".
"También la ciencia médica actual está tratando, si no de evitar propiamente la muerte, si de eliminar el mayor número posible de sus causas, de posponerla cada vez más, de ofrecer una vida cada vez mejor y más longeva", observó el Papa, preguntándose si sería bueno "retrasar indefinidamente la muerte". En ese caso, "la humanidad envejecería de manera extraordinaria, y ya no habría espacio para la juventud. Se apagaría la capacidad de innovación y una vida interminable, en vez de un paraíso, sería más bien una condena".
"La verdadera hierba medicinal contra la muerte debería ser diversa -subrayó el pontífice-. No debería llevar sólo a prolongar indefinidamente esta vida actual. Debería más bien transformar nuestra vida desde dentro. Crear en nosotros una vida nueva, verdaderamente capaz de eternidad, transformarnos de tal manera que no se acabara con la muerte, sino que comenzara en plenitud sólo con ella".
"Lo nuevo y emocionante del mensaje cristiano, del Evangelio de Jesucristo era, y lo es aún, esto que se nos dice: sí, esta hierba medicinal contra la muerte, este fármaco de inmortalidad existe. Se ha encontrado. Es accesible. Esta medicina se nos da en el Bautismo. Una vida nueva comienza en nosotros, una vida nueva que madura en la fe y que no es truncada con la muerte de la antigua vida, sino que sólo entonces sale plenamente a la luz.".
Benedicto XVI explicó que "lo que ocurre en el Bautismo es el comienzo de un camino que abarca toda nuestra existencia, que nos hace capaces de eternidad, de manera que con el vestido de luz de Cristo podamos comparecer en presencia de Dios y vivir por siempre con él. (...) En el rito del Bautismo hay dos elementos en los que se expresa este acontecimiento, y en los que se pone también de manifiesto su necesidad para el transcurso de nuestra vida. Ante todo, tenemos el rito de las renuncias y promesas. (...) En él, quitamos las "viejas vestiduras" con las que no se puede estar ante Dios. (...) En efecto, esta renuncia es una promesa en la cual damos la mano a Cristo, para que Él nos guíe y nos revista".
San Pablo llama a las vestiduras de las que nos despojamos "obras de la carne": "fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, envidias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Estas son las vestiduras que dejamos; son vestiduras de la muerte".
El Papa recordó que en la Iglesia antigua el bautizando, tras el rito de las renuncias, se volvía hacia oriente, símbolo de la luz, porque "Dios mismo nos viste con indumentos de luz, con el vestido de la vida", que para San Pablo está hecho de "amor, alegría, paz, comprensión, servicio, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí".
El bautizando después, despojado de sus ropas, "descendía en la fuente bautismal, y se le sumergía tres veces; era un símbolo de la muerte que expresa toda la radicalidad de dicho despojo y del cambio de vestiduras. Esta vida, que en todo caso está destinada a la muerte, el bautizando la entrega a la muerte, junto con Cristo, y se deja llevar y levantar por Él a la vida nueva que lo transforma para la eternidad".
"En el curso de los siglos, los símbolos se han ido haciendo más escasos -concluyó el Santo Padre-, pero lo que acontece esencialmente en el Bautismo ha permanecido igual. No es solamente un lavacro, y menos aún una acogida un tanto compleja en una nueva asociación. Es muerte y resurrección, renacimiento a la vida nueva. Sí, la hierba medicinal contra la muerte existe. Cristo es el árbol de la vida hecho de nuevo accesible. Si nos atenemos a Él, entonces estamos en la vida".
BXVI-SEMANA SANTA/SABADO SANTO/... VIS 100407 (790)
PASCUA: HUMANIDAD NECESITA NUEVO EXODO HACIA CONVERSION
CIUDAD DEL VATICANO, 4 ABR 2006 (VIS).-Esta mañana, Benedicto XVI celebró la Santa Misa del domingo de Pascua de Resurrección en la Plaza de San Pedro. Antes de comenzar, el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, felicitó en nombre de todos sus componentes la Pascua al Santo Padre.
Finalizada la Eucaristía, el Papa se asomó a las 12,00 al balcón central de la basílica vaticana para dirigir a todos los presentes y a cuantos lo escuchaban a través de los medios de comunicación, el tradicional Mensaje de Pascua, del que ofrecemos amplios extractos:
"Cantaré al Señor, sublime es su victoria". "Os anuncio la Pascua con estas palabras de la Liturgia, que evocan el antiquísimo himno de alabanza de los israelitas después del paso del Mar Rojo. (...) El Evangelio nos ha revelado el cumplimiento de las figuras antiguas: Jesucristo, con su muerte y resurrección, ha liberado al hombre de aquella esclavitud radical que es el pecado, abriéndole el camino hacia la verdadera Tierra prometida, el Reino de Dios, Reino universal de justicia, de amor y de paz".
"Este "éxodo" se cumple ante todo dentro del hombre mismo, y consiste en un nuevo nacimiento en el Espíritu Santo, fruto del Bautismo que Cristo nos ha dado precisamente en el misterio pascual. El hombre viejo deja el puesto al hombre nuevo; la vida anterior queda atrás, se puede caminar en una vida nueva. Pero, el "éxodo" espiritual es fuente de una liberación integral, capaz de renovar cualquier dimensión humana, personal y social".
"Sí, hermanos, la Pascua es la verdadera salvación de la humanidad. (...): la resurrección de Cristo es una nueva creación, como un injerto capaz de regenerar toda la planta. Es un acontecimiento que ha modificado profundamente la orientación de la historia, inclinándola de una vez por todas en la dirección del bien, de la vida y del perdón".
"El pueblo cristiano, nacido de las aguas del Bautismo, está llamado a dar testimonio en todo el mundo de esta salvación, a llevar a todos el fruto de la Pascua, que consiste en una vida nueva, liberada del pecado y restaurada en su belleza originaria, en su bondad y verdad. (...) La Iglesia es el pueblo del éxodo, porque constantemente vive el misterio pascual difundiendo su fuerza renovadora siempre y en todas partes. También hoy la humanidad necesita un "éxodo", que consista no sólo en retoques superficiales, sino en una conversión espiritual y moral".
"Le pido al Señor Jesús que en Medio Oriente, y en particular en la Tierra santificada con su muerte y resurrección, los Pueblos lleven a cabo un "éxodo" verdadero y definitivo de la guerra y la violencia a la paz y la concordia. Que el Resucitado se dirija a las comunidades cristianas que sufren y son probadas, especialmente en Irak, dirigiéndoles las palabras de consuelo y de ánimo con que saludó a los Apóstoles en el Cenáculo: "Paz a vosotros".
"Que la Pascua de Cristo represente, para aquellos Países Latinoamericanos y del Caribe que sufren un peligroso recrudecimiento de los crímenes relacionados con el narcotráfico, la victoria de la convivencia pacífica y del respeto del bien común. Que la querida población de Haití, devastada por la terrible tragedia del terremoto, lleve a cabo su "éxodo" del luto y la desesperación a una nueva esperanza, con la ayuda de la solidaridad internacional. Que los amados ciudadanos chilenos, asolados por otra grave catástrofe, afronten con tenacidad, y sostenidos por la fe, los trabajos de reconstrucción".
"Que se ponga fin, con la fuerza de Jesús resucitado, a los conflictos que siguen provocando en África destrucción y sufrimiento, y se alcance la paz y la reconciliación imprescindibles para el desarrollo. De modo particular, confío al Señor el futuro de la República Democrática del Congo, de Guinea y de Nigeria".
"Que el Resucitado sostenga a los cristianos que, como en Pakistán, sufren persecución e incluso la muerte por su fe. Que Él conceda la fuerza para emprender caminos de diálogo y de convivencia serena a los países afligidos por el terrorismo y las discriminaciones sociales o religiosas. Que la Pascua de Cristo traiga luz y fortaleza a los responsables de todas las naciones, para que la actividad económica y financiera se rija finalmente por criterios de verdad, de justicia y de ayuda fraterna. Que la potencia salvadora de la resurrección de Cristo colme a toda la humanidad, para que superando las múltiples y trágicas expresiones de una "cultura de la muerte" que se va difundiendo, pueda construir un futuro de amor y de verdad, en el que toda vida humana sea respetada y acogida".
"La Pascua no consiste en magia alguna. De la misma manera que el pueblo hebreo se encontró con el desierto, más allá del Mar Rojo, así también la Iglesia, después de la Resurrección, se encuentra con los gozos y esperanzas, los dolores y angustias de la historia. Y, sin embargo, esta historia ha cambiado, ha sido marcada por una alianza nueva y eterna, está realmente abierta al futuro".
Al final del Mensaje y antes de impartir la bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), el Santo Padre felicitó la Pascua en 65 idiomas.
BXVI-SEMANA SANTA/URBI ET ORBI/... VIS 100407 (870)
CRISTIANOS: MENSAJEROS DE CRISTO COMO LOS ANGELES
CIUDAD DEL VATICANO, 5 ABR 2010 (VIS).-Benedicto XVI, que desde ayer por la tarde se encuentra en la residencia pontificia de Castelgandolfo, salió hoy a mediodía al balcón del patio central del palacio apostólico de esa localidad para rezar el Regina Coeli con los fieles allí reunidos. La oración fue televisada en directo para los peregrinos que se encontraban en la Plaza de San Pedro.
"En la luz de Pascua -dijo- renuevo mi más cordial deseo de paz y alegría. Como sabéis, el lunes después del domingo de Resurrección se llama tradicionalmente "Lunes del Ángel". Es muy interesante profundizar esa referencia al ángel. Naturalmente pensamos de inmediato en los relatos evangélicos de la resurrección de Jesús, donde aparece la figura de un mensajero del Señor".
"Pero el ángel de la resurrección tiene también otro significado -prosiguió el pontífice-. Hay que recordar que el término "ángel", además de designar a los ángeles, criaturas espirituales dotadas de inteligencia y voluntad, servidores y mensajeros de Dios, es también uno de los títulos más antiguos atribuidos a Jesús", por diversos escritores cristianos, como Tertuliano.
"Jesucristo, el Hijo de Dios, es también llamado el Ángel de Dios Padre", explicó el Papa. "Es el Mensajero por excelencia de su amor. Pensemos lo que el Resucitado dijo a los apóstoles: "Como el Padre me envió a mí, así yo os envío a vosotros", y les comunicó su Santo Espíritu".
"Eso significa que, como Jesús fue anunciador del amor de Dios Padre, también nosotros debemos serlo de la caridad de Cristo: seamos mensajeros de su resurrección, de su victoria sobre el mal y la muerte, portadores de su amor divino. Ciertamente seguimos siendo, por nuestra naturaleza, hombres y mujeres, pero hemos recibido la misión de "ángeles" mensajeros de Cristo: se nos da a todos en el Bautismo y en la Confirmación. De modo especial, a través del sacramento del Orden, la reciben los sacerdotes, ministros de Cristo: me agrada subrayarlo en este Año Sacerdotal", finalizó el pontífice.
ANG/ANGELES/... VIS 100407 (340)
HAY QUE DAR TESTIMONIO DE LA ALEGRIA DE LA RESURRECCION
CIUDAD DEL VATICANO, 7 ABR 2010 (VIS).-El Papa se trasladó esta mañana desde Castelgandolfo al Vaticano para la audiencia general, que se celebró en la Plaza de San Pedro.
"En estos días -dijo ante 21.000 personas de varios países del mundo-, la Iglesia celebra el misterio de la Resurrección y experimenta la gran alegría que deriva de la buena noticia del triunfo de Cristo sobre el mal y la muerte. Una alegría que se prolonga no sólo durante la octava de Pascua, sino también a lo largo de cincuenta días hasta Pentecostés".
El Santo Padre dijo que "la Pascua de Cristo es el acto supremo e insuperable del poder de Dios. Es un acontecimiento absolutamente extraordinario, el fruto más hermoso y maduro del "misterio de Dios". (...) Y sin embargo, también es un hecho "histórico", real, testimoniado y documentado. Es el evento que fundamenta toda nuestra fe. Es el contenido central en el que creemos y la razón principal por la que creemos".
Tras subrayar que "toda nuestra fe se basa en la transmisión constante y fiel de esta "buena noticia": Cristo ha resucitado, Benedicto XVI señaló que ésta "exige la obra de testigos entusiastas y valientes. Cada discípulo de Cristo, cada uno de nosotros, está llamado a ser testigo. Este es el mandato preciso, exigente y exaltador del Señor Resucitado".
El Papa afirmó que al igual que los apóstoles, "también nosotros estamos seguros de que el Señor, hoy como ayer, obra junto a sus testigos. Este es un hecho que reconocemos cada vez que vemos brotar las semillas de una paz verdadera y duradera, donde el compromiso y el ejemplo de los cristianos y hombres de buena voluntad es animado por el respeto a la justicia, al diálogo paciente, por la estima a los demás, la generosidad, el sacrificio personal y comunitario. Lamentablemente vemos demasiado sufrimiento en el mundo, tanta violencia, tantas incomprensiones. La celebración del Misterio Pascual (...) es una ocasión propicia para redescubrir y profesar con mayor convicción nuestra confianza en el Señor resucitado, que acompaña a los testigos de su palabra obrando prodigios junto con ellos".
"Seremos realmente y hasta el final testigos de Jesús resucitado cuando dejemos que el prodigio de su amor se manifieste en nosotros; cuando en nuestras palabras y sobre todo en nuestros gestos, en plena coherencia con el Evangelio, se pueda reconocer la voz y la mano del mismo Jesús".
Benedicto XVI dijo que para ser testigos del Señor es necesaria "una referencia continua a la experiencia de la Pascua. (...). En el encuentro personal con el Resucitado se hallan el fundamento inquebrantable y el contenido central de nuestra fe, la fuente fresca e inagotable de nuestra esperanza, el dinamismo ardiente de nuestra caridad. De esta manera, nuestra misma vida cristiana coincidirá plenamente con el anuncio: "Cristo el Señor ha resucitado realmente".
Entre sus saludos a los peregrinos, el Papa se dirigió -mediante la agencia Itar-Tass- "a todos los rusos, tanto a los que viven en su patria como a los que se encuentran en otras partes del mundo. La solemnidad de la Santa Pascua, que este año hemos tenido la alegría de celebrar juntos católicos y ortodoxos -dijo- sea una ocasión para una renovada fraternidad y para una colaboración cada vez más intensa en la verdad y en la caridad".
Terminada la audiencia, el Santo Padre regresó en helicóptero a la residencia pontificia de Castelgandolfo.